Tras miles de años de evolución, el ser humano no cambia de hábitos: invadir para expoliar recursos

Manuel Freytas (*).- Tras la operación militar de despedazamiento de Libia, y más allá del resultado, los socios imperiales USA-UE intentarán aplicar su propia agenda de apoderamiento del petróleo de ese país. Este, en síntesis, es el elemento central (la guerra intercapitalista por el petróleo) que va definir el desenlace del ataque imperial y el futuro de Libia, con Gadafi o sin Gadafi.
Después de fracasar con la “revuelta popular” (Plan A), y con la “revolución libia” (Plan B) ejecutada por grupos operativos de la “hermandad musulmana” y tribus libias financiadas, armadas y entrenadas por la CIA y la inteligencia británica en Egipto, EEUU avanzó hacia la ejecución de una intervención armada (Plan C) cuyo desenlace por ahora es imprevisible.
Esta vez, y a diferencia de Irak, Washington tiene el control operativo y estratégico de los ataques (y la coordinación de las acciones con los grupos rebeldes internos) conseguida mediante una estrategia ostensible de “doble discurso” que utiliza a la ONU y a la OTAN como pantalla de legitimación internacional.
Primero, la diplomacia USA-británica-francesa presionó dentro del Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que permitiera el establecimiento de un bloqueo aéreo a Libia, y cuando lo consiguieron, violaron ese acuerdo lanzando unilateralmente una operación de ataques combinados por aire y por mar sobre objetivos claves, que exceden largamente lo que había decidido el Consejo de Seguridad.
Mediante este hecho consumado, la coalición imperial USA-Gran Bretaña-Francia lanzó sistemáticos ataques con misiles y bombas inteligentes orientados a quebrar la resistencia y a minar la moral de las fuerzas de Muamar Gadafi. Pero el grueso de los impactos de esos ataques lo viene padeciendo la población civil libia.
Según Al Jazeera y periodistas europeos, el “bombardeo humanitario” de la coalición excede los objetivos militares y se orientan a infraestructuras situadas en áreas residenciales de Trípoli y de otras ciudades a un costo de muerte masiva de civiles, mujeres y niños, presentada como una operación “quirúrgica” sólo con “efectos colaterales”.
Como nueva fase de un plan global, orientado a terminar con el régimen de Gadafi, la feroz operación militar USA-imperial contra Libia (Plan C) tiene como objetivos inmediatos: A) la destrucción de la infraestructura militar, comunicacional y productiva de Libia, B) sembrar el terror entre la población civil, C) dividir y producir deserciones masivas en las fuerzas armadas de Kadafi, y D) Potenciar el accionar y la capacidad operativa de los grupos rebeldes para derrocar a Kadafi, preparando el ingreso a un régimen “democrático” controlado por EEUU.
No obstante la destrucción de vidas humanas y de infraestructura (las fuentes oficiales hablan de centenares de muertos civiles) los once días de bombardeos contra Libia (disfrazados de “misión humanitaria”), hasta el momento, no han podido lograr su objetivo de terminar con Gadafi.
Aunque reducido su poder militar por los bombardeos, en las últimas horas el líder libio retomó la ofensiva contra los golpistas de la CIA y reconquistó el enclave petrolero de Ras Lanuf, no obstante los titulares triunfalistas de la prensa imperial que anunciaban la “llegada inminente” de los sediciosos a Trípoli.
Y como lo habíamos anticipado: Ahora el tiempo y los muertos juegan a favor del líder libio, mientras la coalición imperial se paraliza por sus divisiones y faltas de resultados concretos en el terreno de las operaciones.
Rusia, China, Turquía, enhebran acuerdos para pedir un alto el fuego, una situación que (salvo las primeras potencias imperiales) apoya la mayoría de los países de Europa, Asia, Africa y América Latina. Pero ¿Qué va a suceder con Gadafi?
El desenlace petrolero
Fracase o tenga éxito la operación USA-imperial para derrocarlo, la estimación generalizada es que cualquier variable de desenlace en Libia conllevará un cambio de situación en el país petrolero.
Hay tres hipótesis para un desenlace del conflicto militar libio:
1- Derrocamiento, renuncia o eliminación física de Gadafi
2- Kadafi negocia su renuncia y el exilio con las potencias europeas.
3- Balcanización petrolera de Libia (2 zonas, una controla Gadafi, otra controla EEUU y la UE).
El manotazo contra Libia forma parte de un plan global diseñado para Medio Oriente, Africa y Asia Central. Su objetivo es el control geopolítico y militar de más del 60% de las reservas mundiales de petróleo y gas natural, incluidas las rutas de oleoductos y gasoductos.
Se estima que los países árabes y musulmanes (tanto los que están en la agenda de las “revueltas populares” o los “aliados” al eje USA-UE ) entre los que se encuentran Arabia Saudí, Iraq, Irán, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Yemen, Libia, Egipto, Nigeria, Argelia, Kazajstán, Azerbaiyán, Malasia, Indonesia, Brunei, poseen entre el 66,2% y el 75,9% del total de las reservas mundiales de petróleo, de acuerdo a distintas fuentes de evaluación.
Libia es considerada por distintas fuentes occidentales como la mayor economía petrolera en el continente africano, seguida por Nigeria y Argelia. Y como se sabe, el petróleo es el recurso esencial (cuyas reservas se agotan) para la supervivencia no solo del planeta sino de las potencias centrales.
Europa es totalmente dependiente del petróleo externo, y EEUU solo cubre un 25% de sus necesidades y el resto tiene que importar. Con una dato clave: La UE, antes del bombardeo a Libia, recepcionaba el 80% de las exportaciones del petróleo libio. Este es el punto central que va definir el desenlace de la operación militar para derrocar a Kadafi.
Probadamente, el objetivo central de la operación imperial que hoy está destruyendo Libia y asesinando en masa a su población, está determinada por el petróleo y el control geopolítico y militar de las regiones petroleras (mayoritariamente situadas en países árabes o islámicos) en manos de regímenes no dóciles a las potencias centrales.
Dentro de este escenario central, EEUU y la UE desarrollan estrategias diferenciales y confrontan en una guerra encubierta por el control de las reservas, las rutas y los oleoductos en Eurasia, Medio Oriente y África.
Si bien ahora EEUU y las potencias de la Unión Europea están “formalmente” juntos en la invasión a Libia, el cuadro de situación tenderá a modificarse por las contradicciones y las disputas que empiezan a surgir por el control del petróleo libio en la medida que se aproxima el desenlace militar.
El objetivo, tanto para EEUU como para las potencias centrales de la UE, es controlar la comercialización y las reservas de petróleo de Libia, terminar con la National Oil Corporation (NOC) de Kadafi, privatizando la industria y la riqueza petrolera de Libia.
La NOC, controlada por el gobierno de Kadafi, figura en el puesto 25 entre las grandes corporaciones petroleras del planeta, según estimaciones de fuentes occidentales.
Washington busca que, como en Irak, los grandes beneficiarios del apoderamiento de Libia sean Wall Street, los gigantes petroleros anglo-estadounidenses, además de las armamentistas y empresas de servicios del Complejo Militar Industrial del Pentágono.
Como sucedió con el régimen de Saddam Hussein en Irak, al “botín de guerra” petrolero se suman los activos financieros libios depositados en bancos extranjeros. Miles de millones de dólares que serán confiscados por los invasores USA-europeos.
En su diseño original, la operación militar presionada por EEUU en la ONU busca la hegemonía norteamericana en el Norte de África, una región que históricamente fue dominada por Francia y, seguida en influencia por Italia y España.
Los golpes encubiertos de la CIA (disfrazados de “revueltas populares”, en las regiones petroleras africanas intenta eliminar la influencia de potencias de la Unión Europea, como Francia, e instalar regímenes políticos “democráticos” ultra dependientes de Washington. Ese es el objetivo central.
La estrategia global de EEUU en el Norte de África rediseña una geopolítica de apoderamiento de toda la región, consolidada en el plano militar por el comando del AFRICOM. Este despliegue afecta los intereses de China y busca terminar con la influencia de la Unión Europea en el norte africano, incluida Libia.
Y hay un dato insoslayable a la hora de proyectar el futuro de Libia. La Unión Europea es ultradpendiente del flujo del petróleo libio. El 85% del crudo de ese país, antes de la operación militar internacional contra Gadafi, se importaba hacia las potencias centrales europeas. Además, el gas libio se trasnporta a través del gasoducto Greenstream que atraviesa el Mediterráneo.
Este es el punto donde los intereses estratégicos de Washington y la Unión Europa, socios habituales en la depredación capitalista del planeta, chocan en Libia. Tras la operación militar, y más allá del resultado, los socios imperiales intentarán aplicar su propia agenda de apoderamiento del petróleo libio.
Este, en síntesis, es el elemento central (la lucha intercapitalista por el petróleo) que va definir el desenlace del ataque imperial y el futuro de Libia con Kadafi o sin Gadafi.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. 
Etiquetas:

0 comentarios: